Cuando a un gringo (cualquier persona no nacida en América latina) se le pregunta por Sudamérica, lo primero que se le viene a la mente es la selva del Amazonas. Esta vasta selva está ubicada en la parte central del continente austral. Sus más de 6 millones de kilómetros cuadrados equivalen al 30% de toda América del Sur. La magnitud de este bosque tropical, y su enorme biodiversidad la han colocado como una de las 7 maravillas naturales del mundo. 

Amazonas

La selva del Amazonas es tan grande que si fuera un país independiente, sería el 7mo del mundo por extensión. Este bosque tropical está repartido en 9 países. Brasil, Perú, Colombia, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Guyana, Suriname y Francia, por orden de extensión. Su frondosidad hizo de escudo para el hombre occidental. La hostilidad de sus indígenas también sirvió como repelente, además de las enfermedades tropicales. Suelen decir que el máximo protector del Amazonas es el mosquito (se les atribuyen enfermedades como el dengue, malaria, zika, chikungunya…)

Nuestra Historia

Primeros contactos

Ir a la selva del Amazonas siempre fue una opción. Varios años atrás, en nuestro paso por Ecuador, hicimos un mini tour por el Amazonas. Si bien caminamos por sus bosques, comimos hormigas con sabor a limón y paseamos en canoa, no nos bastó. Al tratarse de «la puerta» del Amazonas, nos daba la sensación de no habernos adentrado en este coloso tropical. Y sobre todo, no habíamos navegado el río más largo y el más caudaloso del mundo.

Para ir hasta la Guayana francesa tuvimos que ir en barco desde Belem hasta Macapá. Esa experiencia nos encantó, más allá de todas las incomodidades, poder ver la magnitud de esos ríos, la espesura de la vegetación, los habitantes ribereños en sus canoas (a motor)… Todo eso había sido una maravilla. No obstante aún no sentíamos habernos adentrado en la selva, y eso que navegamos la desembocadura del río Amazonas.

Dilema

Después de recorrer a dedo las Guayanas debíamos ir a Venezuela. Antes teníamos que ir hasta Boa Vista, Brasil, pues Guyana y Venezuela no tienen frontera terrestre. Ahí se nos planteó el gran dilema ¿Valía la pena recorrer más de 1500 km para «adentrarse» en la selva del Amazonas? Después de meditarlo unos días, decidimos que lo mejor era a ir. Teníamos miedo a decepcionarnos, pero alea jacta est (las suerte está echada)

Manaus

La ciudad en sí no es gran cosa. En mi tierna juventud pensaba que la ciudad estaría llena de monos saltando por sus enormes árboles, donde habría que tener cuidado de no pisar anacondas salvajes. Nada de eso. Es una ciudad enorme, y como toda ciudad enorme, su encanto es arquitectónico y cultural. Una ciudad, bonita o no, no era más que una ciudad, y no llegamos hasta aquí para ver una ciudad.

La Selva

Tour o no tour

Habíamos contactado con varias agencias y nos costaba decidir. Algunas nos parecían caras, otras nos parecían poco profesionales y un amigo nos dijo que haciendo un par de peripecias se podía acampar cerca del Mato (así se refieren en Brasil a la vegetación salvaje). Pero ya que nos habíamos tomado la molestia de ir hasta allí, queríamos algo más que dormir en hamaca. Así pues, buscamos las mejores referencias, hablamos con otros viajeros y nos decidimos, con nuestras dudas, ir con Amazon Backpackers Tours.

Desde el primer momento nos trataron muy bien, e incluso nos hicieron un breve, pero conciso, tour por la ciudad, donde pudimos ver todo lo que tiene Manaus para ofrecer, el teatro, los mercados, los barrios antiguos, etc.

Que empiece la aventura

Primer contacto

Salimos temprano de la ciudad hacia nuestro destino, iríamos a Caramorí, que es un hospedaje que queda a unas 3 horas de la ciudad. Primero tomamos un barco, luego nos subimos a una camioneta, y por último una lancha hasta nuestro destino. Llegamos justo cuando habían servido el almuerzo, así que nos sentamos y a comer. La posada nos gustó mucho, hecha de madera, tipo rústico, sin desentonar con el entorno, y lo más importante, sin mosquitos. Algunas gringas hicieron un poco de ruido por la noche, pero fue fácil conciliar el sueño.Selva del Amazonas: El lado salvaje de la naturaleza.

Llegamos a la selva

Esa tarde, después de comer, fuimos a hacer nuestra primera toma de contacto. Nos fuimos con nuestro guía Michelangelo, qué era muy buen guía, aunque a Juan apenas lo mirara al hablar (pajerillo nivel light). Él nos enseño sobre los árboles nativos y sus diversos usos medicinales. Que determinadas lianas son una fuente de agua potable. Qué algunas hormigas sirven de repelente natural contra los mosquitos. Cómo hacer una trampa básica para animales.Selva del Amazonas: El lado salvaje de la naturaleza.

No paró de explicarnos miles de cosas sobre la selva, se notaba que le gustaba la naturaleza y era una enciclopedia andante. Incluso vimos huellas de jaguar y monos muy difíciles de ver, el guía estaba más feliz que nadie porque era la segunda vez en su vida que veía esos monos. Al menos eso nos hizo creer, já.

El agua es vida

Pirakurú

Selva del Amazonas: El lado salvaje de la naturaleza.Por algún lugar leímos que en la cuenca del río Amazonas hay más peces que en todo el océano Atlántico. Exagerado o no, es cierto que está lleno de peces. Desde lo muy chiquitos hasta bichos enormes como el Pirakurú, que puede llegar a medir hasta 3 metros  y dar saltos fuera del agua. En una de nuestras incursiones en busca de animales, estábamos en una zona remota, silenciosa y llena de vida. Mientras veíamos unos monos saltar de árbol en árbol para cruzar el río, un enorme pirakurú saltó del agua mostrando su enormidad de color rojo. Me acojoné mucho. Juan se moría de risa. Idiota.

También nos dedicamos a pescar pirañas. Hay muchas (si lo sabía ni loca me metía al agua) y son muy sabrosas (si lo sabía pescábamos más). Son así de feas como uno se las imagina, pero no son tan enormes como las pintan en las películas.

Delfines – Botos

Selva del Amazonas: El lado salvaje de la naturaleza.Los delfines son sin duda uno de los bichos más auténticos. Hay dos tipos principales, los rosados y los grises. Según nuestro guía cuando se encuentran unos con otros se pelean, en plan pandillas. Es relativamente fácil de avistarlos, basta con tener paciencia y estar en medio del río. Estos bichos son casi ciegos, pues las aguas son tan oscuras que es mejor depender de la ecolocalización que de la vista.

Caimanes

Los caimanes son fáciles de ver por la noche, a la orilla del río. Afortunadamente en esta zona poblada son pequeñitos y asustadizos, por lo cual no representan ningún peligro para los humanos. Una noche salimos a la «caza» del caimán. Cruzamos con el bote hasta la otra orilla, sin hacer ruido, y con la linterna vimos centellar dos ojos. Nos acercamos y el guía en un rápido movimiento atrapó sin hacer daño al reptil. Nos dio una charla sobre este prehistórico animal. Lo hipnotizó, nos lo pasó para hacer la gracia de verme con pánico, y lo devolvió a su hábitat. Todos felices.

Noche en la floresta

Una de los atracciones es pasar la noche al «aire libre«. Esa tarde cargamos algunas previsiones básicas tipo agua, arroz, sal, cerillas y hamacas y nos embarcamos. Primero fuimos a pescar las pirañas que nos servirían de cena y antes de que oscureciera llegamos al refugio. Un techo sostenido por pilotes de madera y una hoguera que armamos entre todos era todo lo que había… y las hamacas donde dormiríamos.

A la vera del fuego y con una incesante lluvia que se dispersaba entre los árboles, pasamos la noche viendo como se cocinaban las pirañas. Cenamos rústico pero rico y pronto nos acostamos. Los ruidos de la selva son intensos, y la sugestión nos visitó en forma de paranoias de jaguares y anacondas. La lluvia no paró en toda la noche, dándole un toque de salvajismo a la velada.

Más animales

La última tarde que pasamos fuimos a la búsqueda del perezoso. Este simpático bicho de metabolismo muy lento es uno de los reclamos favoritos. Paseamos por todas partes tratando de encontrar a mamífero en cuestión. Mientras lo buscábamos vimos infinidad de animales, tipo monos, peces, aves… Otra vez el piracukú hizo acto de presencia.

El lado más salvaje de la naturaleza

En un momento nos encontramos con un grupo de monitos. iban y venían jugueteando por la selva. Al otro lado del río vimos un águila, que movía la cabeza en círculos, como enfocando. De súbito el ave de rapiña emprendió vuelo en dirección a los distraídos macacos. Éstos empezaron a alborotarse, corrían de un lado para el otro, gritaban y agitaban las ramas. El águila penetró entre las ramas y la perdimos de vista. Los monos seguían su estrepitosa huida haciendo mucho ruido. De pronto, de entre las ramas salió volando y entre sus garras cargaba el cuerpo inerte de una cría de mono. Fue un momento de angustia. La naturaleza es así. El éxito de unos puede significar la muerte de otros. Los monos se fueron de allí. La tristeza se podía notar en el nerviosismo. La vida continúa para los que sobreviven.

Nuestra última noche fuimos a hacer la pesca con arpón. Cuando nos dijeron que pescaríamos con arpón, me imaginé a Juan con sus melenas al viento, la camisa entre abierta y un pié sobre la proa buscando a Mobi Dick… Pero no. Según se lamentó el guía, esa noche no salieron los peces. En teoría nuestro guía pescaría algunos y luego nos dejaría probar al resto. Pero pasada una hora solo atrapó uno y no aparecieron más. Fue un «fracaso«. Por suerte era una noche sin luna  y estaba despejado, así que nos entretuvimos mirando la infinitud de los cuerpos celestes del firmamento. Una de esas imágenes que nuestra cámara de fotos no puede captar, así que esa postal quedará en nuestra memoria.

Se acabó lo que se daba

Después de haber pasado la última noche en la posada Caramorí, nos despertamos a las 5 am. La idea era ir bien temprano hasta Manaus para que nos diera tiempo a nuestra última aventura, nadar con los delfines. Desayunamos rico con la gente de Amazon Backpackers tours y nos fuimos al puerto. Primera parada: El encuentro de las aguas. El río Amazonas se encuentra con el río negro, pero las diferentes densidades, Ph y velocidades hacen que no se mezclen. La división es notoria, y continúa así por muchos kilómetros. Luego fuimos a comer una abundante y variada comida que incluía pirakurú hecho de diferentes maneras. Paseamos por una plataforma que se adentra en la selva (para los que no tuvieron la suerte de ir más allá) y vimos muchos monitos y plantas, como la Victoria regia, un tipo de nenúfar enorme.

De ahí nos fuimos directo a nadar con los delfines. Es una experiencia interesante y sin efectos colaterales. Estos mamíferos se acercan a comer el pescado que los guías le ofrecen, suelen venir unos pocos. y se pide hacer un círculo grande para no molestarlos mucho. Se dejan tocar y se van. Mucha adrenalina.

Comunidad indígena

Para concluir la excursión pasamos por una comunidad aborigen. A Juan esas cosas no le gustan nada, dice que está en contra de los zoológicos, sean animales o humanos. Lo convencí para que no sea mal educado y que al menos entrara a la choza. Nos pusimos al margen de la multitud, donde habían dos niñitos nativos que se aburrían con el show de los mayores. Juan empezó a jugar con ellos y ellos con Juan. Les hicimos cosquillas y bromas y ellos se partían de risa. Pero eso llamó la atención de los turistas que querían sacarles fotos y hacerlos reír con poco éxito. «Te doy unos dulces si te dejas hacer una foto» «Ponte para una selfie» y cosas así se escuchaban de boca de los animados turistas.

Conclusión

Esta se trataba de nuestra tercera experiencia en la selva del Amazonas y sin duda fue la mejor. Fueron en total 5 días (y 4 noches) llena de cosas para hacer, con un guía que se adaptaba a lo que le pidiéramos. «¿Qué prefieren hacer, pescar, avistar animales, aprender técnicas de supervivencia?» nos preguntaba el guía y nosotros elegíamos. Muchas veces hacemos cosas geniales y pensamos que nuestros padres no podrían hacerlo, o a nuestros sobrinos no les interesaría, pero eso es apto para todos los públicos. Lo mejor de todo fue sentir que no estábamos haciéndole ningún mal a la Pacha Mamma (más allá del daño que hacemos a diario).

Entonces ¿Valió la pena hacer más de 1.500 km para hacer el tour por la selva?

Valió!

 

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16 Comments

Selva del Amazonas: El lado salvaje de la naturaleza.

  1. Precioso, me gusto el reprotaje pero sobre todo las fotografias qu elo acompañan,

    gracias viajeros y hasta pronto…

  2. ¡Qué envidia sana! Siempre he querido ir al Amazonas, pero de momento no he tenido oportunidad. Mis padres fueron cuando eran jóvenes y de pequeña me pasaba horas mirando sus fotos. Muy buen post y fotos muy bonitas, increíble el tamaño de los peces ?

    1. ¡¡Hola Irene!! Gracias por escribirnos y por tus palabras. Seguro, que con un poco de constancia si quieres vas a poder ir al Amazonas y revivir tu misma aquellos recuerdos fotográficos de tus padres 😉 ¿Te imaginas? Si lo haces por favor queremos que nos cuentes tu experiencia!!
      Y sí, los peces son enormes!! 🙂

  3. Que hermoso, leerlos me lleva a todos esos lugares por donde van, para los que estamos atados en las selvas de concreto; esto es un alivio y una escapatoria mental que renueva y llena de felicidad al ver tanta hermosura en las cosas mas “sencillas de la creación”. Bendiciones chicos y gracias por compartir sus sueños que de alguna u otra manera son los sueños de quienes los seguimos. =)

  4. hola chicos!, genial el blog gracias por compartir toda la info!.
    Estamos planeando un viaje similiar al suyo por brasil, queria consultarles por los valores de estadia en manaus y cuanto les valio el tour por el amazonas de 5 dias y 4 noches!
    espero su respuesta, saludos desde Argentina!

    1. Hola Alvaro!! Gracias por comentar!! En manaus los precios varían mucho según el hospedaje que quieras, desde habitaciones compartidas en hostels hasta hoteles de 50 dolares, eso depende de lo que realmente estés buscando, cuéntanos qué buscas a ver si te podemos ayudar con algún descuento 😉
      El tour por el amazonas fue genial, los precios te los dejo aquí actualizados de su web http://www.amazonatours.com/ 😉

  5. Que buena experiencia!!! Pudieron encontrar perezosos por lo que veo en la fotos?? con respecto a Alter do Chão… no pudieron visitar ese lugar??
    Saludos viajeros!!

    1. Holaaaaa Die!!!! si vimos perezosos, son un amor!!! No, no pudimos visitar Alter do Chao, pero algunos amigos que sí fueron nos dijeron que vale mucho la pena.
      Te mandamos un abrazo fuerte!!!! y te agradecemos tu comentario 🙂

  6. Hola, como estan? ingresé en la web de Amazon backpackers Tours, hay varias opciones de tours, cual es que contrataron uds? gracias por la info. Saludos

    1. La verdad creo que fue la de 3 noches, de todas maneras si quieres escríbenos a viajandoporunsuenyo@gmail.com y te podemos pasar directamente el whatssapp de la persona con la que hicimos todo, para que lo hables directamente con él y te pueda solucionar cualquier duda que tengas directamente con el tour 😉
      Gracias por escribirnos Facundo, un abrazo enorme!!! 🙂

  7. Hermoso todo lo que cuentan. Me encantaria ir pero me da un poco de miedo el tema de las picaduras. soy un poco alergica. Hay muchos mosquitos? Con repelente se puede andar bien en la selva? Gracias gracias por todo lo que nos cuentan es como si hubiera viajado. Saludos. Graciela

    1. Hola Graciela! Muchas gracias por tus palabras! La verdad es que a nosotros también nos preocupaban los mosquitos, pero no fue un problema. Un repelente cualquiera sirve de protección y con una mosquitera fue suficiente. El Amazonas es una experiencia única que recomendamos fervientemente! Abrazo enorme y si vas, cuéntanos que tal te fue!

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