Colchane, es una comuna y pueblo de Chile de la provincia del Tamarugal en la región de Tarapacá.
Colchane, en aimara: qullchanni, significa existencia de qullcha, un tipo de pasto, y tiene una superficie de 4.015,6 km2 y una población de 1.629 habitantes.
Situado en el noreste de Chile, este altiplano andino es frontera con Bolivia.
Caímos en Colchane casi por casualidad y gracias sobre todo a nuestra amiga Carla y a las recomendaciones de otra gran amiga Leslie, ambas nos insistían en ir sí o sí, Carla nos esperaba ahí, teníamos que pasar a verla…
Llegamos desde Iquique más rápido de lo esperado, en 4 horas y con muy buenas y diversas compañías. El camino para llegar ya es espectacular, llega un momento que estás a casi 4100 msnm !!!!
Y llegamos…y Colchane, el pueblo donde nos encontraríamos con Carla, es pequeño, muy pequeño así que recomendación: llevar efectivo y a ser posible provisiones de comida, hay un almacén pero es caro… Luego tienes la opción de pasar a Bolivia a comprar, allí hay más opciones…
En fin, llegamos. Un dilema para encontrar a alguien que nos vendiera pan… Conseguimos en el hostal y comimos algo en frente de la municipalidad. Ahí llego Carla, abrazos, saludos, nos ponemos al día y nos enseña su casa, nos avisa que aquí la gente suele ser bastante seca y algo desconfiada y lo más genial, NO HAY LUZ, bueno hay de 19hs hasta las 24hs, más que suficiente!!! Ya estábamos enamorados del paisaje, ahora más, eso sí nada de internet… Desconexión total y conexión con todo mucho más. Era una combinación perfecta y aún no habíamos visto a penas nada.
Montañas, humedales, géiseres, geoglifos como el gigante de atacama, baños termales, volcán, mil tipos de aves diferentes, llamas, alpacas y la gente que no se fue a Alto Hospicios o a Iquique. Todo es original, nada explotado al turismo y espectacular para todos los sentidos.
Colchane: pueblo aimara pequeñito, tiene un cerro hermoso para adentrarse y un humedal para contemplar infinidad de aves diferentes. En una de esas nosotros coincidimos con una pastora y su marido que estaban pastoreando sus llamos, nos invitaron a sentarnos con ellos y estuvimos charlando un par de horas, la señora bien curiosa nos preguntaba todo, qué comíamos en nuestro país, qué cultivamos… Fue una linda experiencia y una muy buena forma de intercambiar conocimientos y conocer más donde estábamos
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Acérquense a la gente, hablen, conocerán cosas increíbles. No hay que ser tímido
Obviamente toda la comuna está llena de sorpresas, recorran los pueblos, exploren, pregunten a los ancianos y sean respetuosos con la cultura y las tradiciones.
Nosotros estuvimos en Cariquima, Islua, Enquelga y Chijo.
Los cuatro son pueblos pequeños pero muy pintorescos.
En Cariquima conocimos a Helena, una pobladora originaria aimara que nos contó cuentos típicos de la zona, como por ejemplo cómo se crearon los cerros de los alrededores, y también nos habló de su tristeza, de ver como su cultura se pierde y de como las nuevas generaciones se van a las grandes ciudades y se camuflan entre estrés y estresados. Muy interesante fue conocerla, a ella y su pueblo.
El pueblo fantasma, Islua: Nadie vive permanentemente ahí, el pueblo se trasladó, pero las fiestas las siguen haciendo ahí, y la gente por unos días vuelve a llenar el pueblo de risas, olores y sabores. Situado al pie del Volcán Islua, se puede subir en una caminata de 6 horas para subir y 3 para bajar. También se puede ir dentro del parque nacional a la laguna de aracilla, a contemplar flamencos y llamas entre patos y más variantes de aves.
Para relajarse y terminar el día nos fuimos a Enquelga y a sus espectaculares aguas termales. Si bien el viento no ayudaba, casi nos dormimos todos con los pies en el agua calentita.
Antes de abandonar el altiplano fuimos a Chijo, era el primer día de fiesta del santo del pueblo y además inauguraban un proyecto de energía sustentable, placas solares que iba a dar energía eléctrica 24 horas a un pueblo que no tenía ni una hora de energía. Por la fiesta subía toda la gente de la ciudad, y después del homenaje con todas las autoridades con respecto al proyecto de placas solares, el pueblo todos unidos hicieron una pawa, un ritual a la pachamama para que los ayudara y les diera permiso para seguir adelante con los diversos proyectos. Ofreciendo antes de beber algo a la pachamama, se termina la ceremonia y nos invitan a comer con ellos en su almuerzo popular. Luego habría bailes, chupe y más chupe (alcohol y más alcohol), sincretismo positivo para la comunidad, mezcla de santos y ceremonias a la tierra. Fue genial, nos integraron, compartimos y aprendimos mucho. Gracias Carla por insistir.
La cultura aimara en Chile, parece que se está perdiendo, los ancianos no pueden con todo, los jóvenes tienen que aceptar sus orígenes y ayudar a mantener algo tan rico como esta cultura, sus tradiciones, vestidos y lengua.
Un nativo aimara de 70 años, charlando nos dijo que a día de hoy aún se acuerda de las olimpiadas de Barcelona y que gracias a eso y al catalán, pudo enseñarle a su hijo el valor de la cultura y del idioma. Pero que sobre todo, el hijo ahora adulto, respetaba, admiraba y luchaba por su idioma, sus orígenes y su cultura. (Marcelo, Colchane, casa de Carla)

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Me encantó vuestra historia, gracias por compartir…
Gracias a ti!!! Siempre!