Dos de los lugares más emblemáticos de España (y también de Europa) son los Pirineos y la Costa Brava. Nosotros tenemos la inmensa fortuna de vivir entre estas dos maravillas de la naturaleza. Por qué elegir entre playa o montaña si puede disfrutar de las dos.
Vamos a hablar de
Turismo de Proximidad
Viendo que este año muy lejos no iríamos nos pusimos a mirar en el mapa destinos no muy lejanos. De esta forma nos aseguraríamos volver rápido a casa en caso de necesidad. Nunca se sabe.
De súbito nos surgió la duda: ¿Mar o montaña? ¿Costa o volcanes? Mientras analizábamos pros y contras nos dimos cuenta que es realmente más complicado de lo que parece. Fue entonces que nos dijimos: «Hagamos las dos».
El problema estaba en que no disponíamos de muchos días. Tan solo 4 días y en coche no da tiempo para disfrutar de la montaña o de la costa. A no ser que estés en la provincia de Girona. Y lo mejor de todo es que se trata ni más ni menos que de los Pirineos y la Costa Brava, de las más famosas del mar Mediterráneo.
VALL DE NÚRIA
Aquí empezó nuestra aventura, aunque técnicamente un poco antes. El tema es que a este enclave pirenaico no se puede acceder en vehículo propio ¿Y cómo llegamos? Fácil: En cremallera (tren) o a pie. Nosotros nos decidimos por el cremallera así que dejamos el coche en Ribes de Freser y nos subimos al cremallera de Núria.

El camino hasta el valle es una experiencia en sí. Paisajes abruptos de cada lado y la velocidad baja hacen de este paseo algo muy ameno. Cada tanto veíamos senderistas a los márgenes que ascendían al valle o descendían del mismo.
Llegamos y ya estábamos fascinados. La paz que aquí se respira rodeado de naturaleza, picos nevados y el aire limpio se siente inmediatamente. Después de un breve paseo por el museo que explica la historia de la ermita, advertimos que había un establo decidimos dar un paseo a caballo.
Mentiría si dijera que somos jinetes expertos. Es más, mentiría si dijera que somos jinetes. Pero de las tres veces que montamos a caballo ésta fue sin duda la más placentera. Por suerte nuestra guía, Clàudia, quién lleva la agencia PoniCat, es una gran profesional. Ascendimos a paso firme por una ladera hasta llegar a un mirador donde contemplamos la inmensidad del horizonte.
Volvimos y con la excusa del paseo nos fuimos a comer. Es cierto que muchas opciones no hay si uno no lleva su propia comida. Pero también es cierto que se come muy bien allí. Después del manjar (y de repetir postre) subimos al funicular para hacer la digestión he ir despidiéndonos de esas privilegiadas panorámicas.
Pero esto no iba a terminar ahí ni mucho menos. Volvimos en el cremallera a Ribes del Freser y nos fuimos al Hotel Spa Resguard dels Vents. Hay hoteles que son un destino turístico en sí. Éste es el caso. Pedimos turno para el Spa y esperamos tranquilamente en el balcón de la habitación.

Llegamos al Spa y por motivos sanitarios protocolares estábamos prácticamente solos y lo disfrutamos como niños. Piscina, jacuzzi, sauna húmeda, sauna seca, duchas aromáticas, piedras calientes… y con ventanales que dan los Pirineos.
Ah, y si fuera poco, en la habitación teníamos una bañera con sales minerales para irnos a dormir como bebés con miles de estrellas de fondo. Eso después de una cena romántica deliciosa. Vamos, una autentica gozada.
Amanecimos con 10 años menos y nos fuimos a desayunar. Desayuno de campeones no, lo siguiente. Nos pasamos y con 3 kilos de sabrosa energía dentro, nos fuimos.
LA GARROTXA
‘Garrocha’ significa en catalán <tierra áspera, rota, de mal pisar>. No obstante eso hace referencia a una subcomarca que se encuentra en la zona, la alta Garrotxa, frontera con Francia. Desde su capital, en la comarca de Olot, las vistas son una panorámica de 360° de volcanes forrados de frondoso verde.
Taller de Cocina
Aquí fuimos directamente al Mas Garganta a encontrarnos con los chicos de En Ruta Girona. Allí nos esperaba Anna para el curso de cocina local. Nunca habíamos hecho nada parecido. Bueno, en nuestro recorrido por todos los países de América latina sí que intentamos aprender algunos platos locales, pero nunca con profesionales.
El lugar de por sí es hermoso para visitar. Unas vistas privilegiadas en la que uno podría ensimismarse eternamente. Allí pasamos la mañana entre risas y aire fresco mientras cocinábamos platos típicos y aprendíamos sobre la gastronomía local. Acompañados de una ratafía casera, como debe ser. Nos deleitamos con las delicias que nosotros mismos habíamos ayudado a preparar y tocaba conocer por dentro un volcán.
Alrededores de Olot
Aquí se encuentra el Parque natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa. Un Espacio natural protegido. Es muy interesante esta zona porque tiene una energía diferente a las demás. Tiene un microclima y microentorno (más de 40 volcanes) que sin duda hacen de esta comarca un lugar especial.
Dimos un interesante paseo con Ferran quién se notaba que le gustaba lo que hacía. Nos contó muchísimas cosas que desconocíamos del lugar. En el recorrido pudimos ver las capas internas de un volcán. Esto debido a una mina que había, la cual tiene su propia historia truculenta (que otro día contaremos).
También tuvimos tiempo para adentrarnos en el Hayedo de Jordán (en catalán: Fageda d’en Jordà) la cual ya había visitado anteriormente, pero sin tener toda la información que nos compartió nuestro amigo Ferran. Hay lugares que con guía se disfrutan más.
Besalú
Antes de que se pusiera el sol visitamos Besalú. Este pueblito medieval es diferente al resto de la zona. Quizás el hecho de que sea de espacios amplios le da una sensación de mayor grandeza.
Besalú es un lugar al que fui de excursión con el cole, con la universidad y miles de otras veces, y no me canso de repetir. Su puente, los baños judíos, la iglesia del Monasterio de Sant Pere de Besalú, son algunas de los muchos atractivos turísticos de inmenso valor.
Nos empezamos a despedir de las montañas para meternos de lleno en la Costa Brava, la mejor costa del mar Mediterráneo.
COSTA BRAVA
Cayó la noche y emprendimos camino hacia la costa, concretamente hacia Platja d’Aro. Llegamos a nuestro espléndido Park Hotel San Jorge y después de una reponedora ducha, a cenar. Nos deleitamos con las mejores exquisiteces y nos comimos el postre al son del suave oleaje mediterráneo.
Dormimos profunda y largamente hasta que la alarma nos avisó que era momento de desayunar. Bajamos alegremente y después de elegir meticulosamente los manjares del desayuno, salimos y vimos unas vistas increíbles. Ahí mismo estaba la playa, con su arena, sus olas y su extenso horizonte. Fue una emoción repentina que nos dejó absortos un buen rato.
Pero el día continuaría y sería con una de las experiencias más extremas y seguras que se pueden hacer. Estamos hablando ni más ni menos que de la única vía ferrata, de Europa, a pie de mar.

Nos fuimos hasta Sant Feliu de Guíxols donde nos esperaba nuestro guía de Aventuras Girona. Lo primero que hizo fue ponernos el equipo de seguridad y nos llevó hasta donde empieza la aventura. Allí nos dio una charla sobre donde estábamos y qué haríamos
Vía Ferrata

Se le llama Costa Brava a esta zona costera por sus paisajes escarpados y agrestes. Pues resulta que entre las paredes abruptas y acantilados erosionados por el oleaje, alguien tuvo la magnífica idea de montar una vía ferrata.
Pero ¿Qué es una vía ferrata? Según wikipedia es: «Itinerario tanto vertical como horizontal (franqueo) equipado con diverso material: clavos, grapas, presas, pasamanos, cadenas, puentes colgantes y tirolinas, que permiten el llegar con seguridad a zonas de difícil acceso para senderistas o no habituados a la escalada.» Lo dicho.
El camino empezó muy bien. Con los arneses íbamos bajando tranquilamente contemplando el mar inmenso que se abría de forma sublime por su insondable horizonte. De súbito el sendero desapareció y el caminó tomó un talante vertical. Comenzaba la aventura.




El guía nos fue guiando y ayudando mucho en la parte psicológica. Para mí, que tengo vértigo, fue fundamental. Tuvimos que aprender a confiar en nuestro equipo de seguridad soltando nuestras manos y dejándonos colgar ¡Adrenalina de la buena!
El camino se puede dividir en dos tramos. El primero es el más fácil y tiene muchos retornos por si alguien simplemente quiere volver. Si bien requiere de una altura mínima, poco más que el quipo se necesita para hacerlo. Luego viene la segunda parte. No presenta una dificultad mayor, pero sí es una camino solo de ida. No se puede volver atrás por su verticalidad, por lo cual, en mi opinión, es necesario estar un poco en forma. Igualmente es el guía quien termina diciendo si te ve en condiciones o no, así que no se preocupen.

La experiencia fue buenísima. Cruzamos puentes tibetanos, puentes nepalíes, rozamos el mar y nos hicimos uno con la bravura de esta renombrada costa. Salimos de allí pletóricos y con todas las ganas de repetir.
Lloret de Mar

Después de una experiencia tan fuerte lo que uno más quiere es una buena comida. Tuvimos la suerte de estar en el lugar indicado, en el momento indicado y la tradición mandaba ir a Can Guidet y comer ‘arroz’. Sutil eufemismo para referirse a una pe’azo paella.
Resulta que es tradición ir a este emblemático restaurant, especialmente los jueves, y comerse una paella excelente y tan abundante que pedir un primer plato (que viene incluido) es un desperdicio. Esta tradición, a la que coloquialmente se refieren como ir a comer arroz a Can Guidet, tiene décadas y casi que hay que pedir reserva con antelación.
El postre no fue menos y el vino blanco era el acompañamiento idóneo. Ahora que habíamos apaciguado la adrenalina con la excelente gastronomía mediterránea tocaba el paseo para hacer la digestión.
Jardín botánico Santa Clotilde
Resulta que yo había pasado un verano en Lloret de Mar allá por el año 2003 y la imagen que me había quedado de este destino turístico era muy… adolescente. Resulta que Lloret tiene mucho más que ofrecer.
Lo primero que hicimos fue dar un paseo por los Jardín botánico Santa Clotilde. Otra vez la presencia de guía es fundamental para apreciar al máximo el recorrido. De forma muy breve podemos decir que con sus 15 hectáreas y espectaculares vistas a la Costa Brava lo hacen uno de los mejores del Mediterráneo.
Pertenecía al hijo de un indiano que encargó hacer de unos viejos viñedos un jardín. Pero no es un jardín cualquiera. Esta obra de arte es una combinación de naturaleza local y mitología grecorromana. Nada está librado al azar y todo tiene un porqué, lo que hace del paseo algo muy grato por el entorno y sus curiosidades.
Ruta Indiana
Otra cosa que desconocíamos es su historia reciente. Aquí, como en muchas otras partes de la geografía española, los indianos dejaron su impronta, arquitectónica y culturalmente hablando. Un indiano era, ni más ni menos, un español que había ido a las Américas y habían vuelto a sus pueblos de origen habiendo amasado una fortuna. Condición indispensable haber hecho una fortuna, en caso contrario no eras nada.
Así fue como estos empresarios empezaron a construir caserones que siguiendo una serie de patrones más o menos comunes, evidenciaban un muy buen pasar económico. Se dice que un proceder recurrente de estos indianos era mandar a plantar palmeras. Cuantas más palmeras tuvieras, más presumías. Esto debido al elevado costo de traer palmeras de América.
Pero los Indianos muchas veces ejercían de mecenas del pueblo. Cuentan que por navidad y reyes magos daba regalos a todos los niños y niñas del condado. Así fueron haciéndose un lugar en la historia.
Aprovechamos para hacer nuestra ruta indiana visitando Can Font, caserío indiano que está muy bien conservado. Es un viajecito en el tiempo donde uno se hace a la idea de las costumbres que hace no mucho eran norma. Recorrimos habitación por habitación, admirados por los muebles, la arquitectura, y su historia. Y para más alegría resulta que el inventor del famosísimo Daiquiri era de Lloret de Mar, así que tuvimos que finalizar nuestro recorrido indiano por una bebida de primerísimo nivel (la cual también tiene su propia historia, la cual sabrán cuando hagan el tour, ja ja)
Cena Gourmet
Se hizo la noche y llegó el momento de degustar nuestra última cena, y lo hicimos por todo lo grande en Studio 69. Lo primero que nos gustó fue la ambientalización de película, literalmente. Todos los fotogramas de las películas nos entretuvo mientras esperábamos que llegaran las delicatesen.

Como este restaurant es comida de autor, confiamos en el criterio de nuestro Cheff y nos dejamos llevar ¡Excelente idea! Empezamos con un Chocolate de Foie en cofre de roble en maíz con humo de romero. Una locura.
A eso le fueron siguiendo platos, cada uno más espectacular que el anterior. Nosotros nunca habíamos comido de autor y la verdad es que fue una muy buena experiencia. Los platos eran muy ricos y a la vez eran de un tamaño ideal para no llenarse de un mismo sabor y no quedarse corto con la cantidad. Y como era de esperar, dos postres deliciosos y llenos de magia.
Así fueron llegando los platos y fuimos vaciando las copas. Lentamente nos fuimos llenando y preparando para nuestra última noche por todo lo alto.
Descansar en Lloret de Mar
Nos fuimos directos al Hotel Marsol. Descansar bien depende de varios factores, pero sin duda después de una sesión de Spa se descansa mucho mejor. Y más cuando tienes vistas la Costa Brava desde una posición privilegiada. Además del descanso en sí, amanecer con el cielo rojizo mientras sale el sol por el horizonte es sin duda alguna un privilegio.
Después de desayunar como verdaderos campeones, nos dimos un ducha reponedora y ya estábamos listos para empezar el día con toda la actitud. Al lado del hotel está (una parte de) ‘el camino de ronda’. Este paseo, originalmente reservado para dar una ronda de vigilancia y evitar así el contrabando, se ha convertido en un hermoso reclamo turístico.
Bordeando la Costa Brava, a pie de mar, entre cala y cala, discurre este bello camino. Con el sol de la mañana y la brisa marina recorrimos alegremente el camino de punta a punta, prometiéndonos que algún día haríamos todos los caminos de ronda habilitados, a ver si el próximo año…
EMPORDÀ
Nos íbamos a ir despidiendo de este viajecito de escapada exprés por todo lo alto. La idea era visitar dos de los pueblitos con más encanto de la provincia de Girona: Pals y Peratallada. Pero ya que estábamos por la zona decidimos aprovechar.
Mooma
La sidrería Mooma es el ejemplo perfecto de la reinvención. Esta sidrería familiar empezó siendo un viñedo de mala cosecha que no prosperó y que con el paso del tiempo la necesidad de sacar provecho de que uno tiene se transformó en cultivo de manzanos y de ahí pasó a ser sidrería. Luego agregaron visitas guiadas. Sumaron una degustación y terminaron haciendo un restaurant de lujo.
Entre copitas de sidra y jugos de manzana hicimos una visita guiada por los cultivos y la sidrería y cerramos el tour con una deliciosa comida. Obviamente no podían faltar las manzanas, pero la comida ya es un reclamo por sí mismo.
Ahora sí. Saboreada la última comida y devorado el último postre, nos fuimos a la que sería nuestra última excursión. Esta vez la haríamos solos, pero con guía.
Burricleta
Esta iniciativa de Ocitania de las Burricletas me gustó mucho ¿Porqué? Muy fácil: me encantan los paseos en bici, pero pedalear mucho y bajo el sol a veces termina siendo incómodo y agotador, peeeero estas son bicis eléctricas. Es decir, si bien uno pedalea y se ejercita, gran parte del esfuerzo lo hace la bici.

Nos montamos, configuramos en el GPS con audio guía y nos fuimos. Primero pensé que hacer treinta y pico kilómetros en bici eran una locura, por más motor que tuviera. Después tenía ganas de hacer treinta km más.
El paseo es ameno, con muy poco desnivel, fácil de seguir y las explicaciones de la guía son claras y breves. Sin duda los 2 puntos fuertes son los pueblitos medievales de Pals y Peratallada.



Se tratan de dos de los conjuntos históricos de tipo medieval más importantes y mejores conservados de Cataluña. A menos de 10 kilómetros el uno del otro, son una visita obligatoria para quién ande cerca.
Impresiones finales
Pedaleando por los campos del Bajo Empordá mientras el astro rey se posaba suavemente sobre los, ahora lejanos, Pirineos. Fueron 4 días intensos y hermosos donde pudimos maravillarnos con una variadísima de contrastes. Desde los picos nevados de los Pirineos hasta la Costa brava más salvaje, pasando por volcanes, bosques y pueblos medievales.
Todo ellos siempre acompañado con los mejores platos de la zona, desde lo más tradicional y casero, a lo más gourmet y sofisticado. Y descansando en lugares de lujo que valen la pena ir solo por el entorno (¡y los desayunos!).
Lo más curioso de todo es que hubieron muchas cosas que quedaron fuera por escasez de tiempo, como saltar en paracaidas, etnokayak, pueblitos de montaña, pueblitos de costa y mucha comida.
Pero tranqui, ya están siendo incluidas para la segunda parte de: Turismo de Proximidad.
**Este artículo, está basado en nuestras experiencias y sensaciones. Es un contenido propio y original que forma parte de una colaboración con Costa Brava Pirineu de Girona. Queremos dejar claro que ninguna marca nos influencia en lo que escribimos y somos totalmente transparentes al respecto.

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