Cuando planificábamos nuestro paso por Nicaragua todos nos hablaban maravillas de este país. Lindo, seguro, y barato. Nos las prometíamos felices, pero a mediados de abril todo cambió y el paraíso centroamericano pasó a ser un infierno. Nosotros decidimos seguir con lo planeado pero Nicaragua tenía sus propios planes. Así fue nuestra experiencia en el país de los «nicas».
Vamos a hablar de
- 1 Nicaragua: Entre la guerra y la paz
- 1.1 Nosotros en Nicaragua
Nicaragua: Entre la guerra y la paz
Antes del caos por Nicaragua
Nicaragua es el país más grande de América central. País tapón entre los más tranquilos (Costa Rica y Panamá) y los que peor fama tienen (Honduras, El Salvador y Guatemala. Este país es donde un tal Augusto Sandino se convirtió en el héroe de todos los antiimperialistas expulsando al ejército estadounidense y donde se libraron varias revoluciones… La última había sido hace casi 40 años. Si bien su economía no es de las más fuertes del continente, sí era considerado por el Foro Económico Mundial como el país con mayor equidad de género de América latina.
Introducción al caos
Daniel Ortega es quién preside este país desde el año 2007, pero ya había ejercido el cargo desde 1979 al 1990. A nosotros siempre nos gusta preguntar a los locales sus opiniones sobre los dirigentes políticos y lo que nos sorprendió fue la casi unanimidad del término dictador. Se sospecha que las últimas elecciones (como mínimo) fueron fraudulentas en su favor. También hay que recalcar que Ortega es uno de los amigos históricos del Chavismo venezolano y el Castrismo cubano, además de su amistad con Putin y Asad. Pero todo comenzó cuando el presidente decretó una polémica reforma laboral y un movimiento de estudiantes, cansados del gobierno y la corrupción, salió a las calles a protestar.
También nos llamó la atención que los que hablaban en contra de Ortega no tenían problema en decir que él había hecho muchas cosas buenas por el país, como la justicia social, carreteras, etc. Pero todos coincidían que el problema estaba en su mujer. Se ve que en las últimas elecciones se presentó como presidente y como vicepresidente nada menos que su señora, a quienes la acusan de ser la más mala de la película, además de ser bruja y hacer rituales de magia negra (no es broma).
Nosotros en Nicaragua
Entrando al país
Pasado un mes del inicio de las protestas llegamos a la frontera entre Costa Rica y Nicaragua. Nosotros, muy confiados, pensamos que después de haber pasado 5 meses en la Venezuela de Maduro ya estábamos curtidos. Todos nos aconsejaban que no fuéramos, pero pensamos que no sería para tanto. Cruzamos la frontera, todo tranquilo. La gente muy amable con nosotros nos deseaban una feliz estadía con una sonrisa de oreja a oreja. «Qué gente más agradable» nos decíamos aliviados.
Primera toma de contacto
Llegamos a San Juan del Sur haciendo dedo. Nos levantaron rápido y la dinámica era la misma: Gente amable y todo en calma. Allí sí pudimos ver que varios hostales estaban cerrados o cerraban en esos días. Nos contaban que si bien habían turistas, nada en comparación a otros tiempos. Veíamos pasar camionetas con la bandera del partido de Ortega y las noticias empezaban a ser más que preocupantes. No obstante el conflicto no era por esos pagos.
Acercándonos a la tormenta
Cambió todo cuando nos fuimos a Ometepe. El viaje lo hicimos con el pulgar arriba, pues todo iba bien. Nos levantó un señor italiano que nos metió el miedo en el cuerpo. Nos decía que más allá de Ometepe no íbamos a poder pasar, que no había transporte público y los carros particulares no pasaban, y si pasaban eran robados, violados y asesinados…. Llegamos a Rivas, donde íbamos a tomar el ferry hacia la isla de Ometepe y preocupados nos preguntamos que haríamos: Volver a Costa Rica, ir a Ometepe o irnos directo a Honduras. Decidimos seguir con el plan y nos fuimos a Ometepe
Primeros indicios
Yendo en el ferry vimos por primera vez la TV con noticias locales. Asesinatos, saqueos, tranques (así le llaman a las barricadas que bloquean las rutas) y caos por todas partes. Llegamos a la isla y nos sorprendió la cantidad de hospedaje a mitad de precio. Las noches estaban vacías y escuchábamos que contaban que habían incendiado una sede del partido gobernante. De todas maneras en la isla mucho no pasaba y pudimos pasar unos días agradables, desconectados de la realidad del país.
Comienza el Show
Nos fuimos de Ometepe hasta Granada, donde si bien habían tranques, la cosa estaba tranquila. Tomamos un bus público que paraba cada dos por tres y la gente bajaba y subía. En una de las tantas paradas vemos que el autobús está vacío. Nos apresuramos a cargar las mochilas para bajar y el conductor nos dice que no hay más paso. Miramos hacia adelante y vimos la carretera cortada, humo por todos lados y muchas personas encapuchadas con piedras, palos (con clavos) y morteros caseros. Una larga fila de coches esperando que abran el tranque, pues cada 30 minutos o una hora, dejaban pasar.
Sin saber qué hacer o para donde ir le digo a Carol que me siga con confianza, que el problema no es con nosotros. Sin poder disimular el miedo ante una situación así, cruzamos la primera barricada y con un semblante serio, pero seguro vamos saludando a todos los que nos miran fijos. Cruzamos el último tranque y aceleramos el paso. Nos encontramos con una tipa francesa que nos contó que ella vivía en el país hacía tiempo y nos dijo que no nos preocupáramos, que como mucho tendríamos que esperar a que nos den paso en los tranques pero que si por la noche estábamos en casa, no pasaría nada. Nos tranquilizó.
La cosa se pone picante
Pasamos unos días en la turística ciudad de Granada, muy bonita. Caímos en hotel hermoso que es patrimonio cultural, y que por la falta de turistas estaba a mitad de precio. El primer día aprovechamos para hacer turismo, pues más allá del tranque en la entrada de la ciudad todo parecía que iba bien. Pasados 2 días la atmósfera era cada vez más pesada, varios turistas que habían intentado irse no lo consiguieron. Hablaban de paro nacional y la mayoría de agencias de turismo no estaban trabajando por la inseguridad.
La tercera noche ya no pudimos dormir. Toda la noche se escuchaban explosiones y gritos nerviosos. Decidimos que era un buen momento para irnos. Salimos a buscar opciones para irnos a León, otra ciudad turística relativamente cerca de Honduras, pero sin éxito. Ninguna compañía iba, y las que iban cobraban verdaderas fortunas.
Huyendo del país
Llevábamos toda la mañana buscando opciones para irnos al día siguiente de la ciudad sin encontrar una solución. Ticabus era la única que salía del país, pero desde la capital, Managua, y para llegar allí había que pasar por la zona más complicada del país. Más preocupados que nerviosos nos encontramos a Noelia (de conquistadora de sueños) que nos llamaba para avisarnos que en en 15 minutos salía una buseta que iba a León, pasando por Managua. Teníamos una noche más de hotel, pero no nos importó. Corrimos, armamos las mochilas en tiempo récord y nos plantamos a esperar salir.
Lo que iban a ser 15 minutos fueron casi 2 horas. La buseta no llegaba por los cortes y nuestros nervios iban en aumento. Aún no sabíamos si ir a Managua y de ahí en el Ticabus hasta Honduras o si mejor ir a León y salir de allí al país vecino que estaba más cerca. Nos subimos con Noelia al vehículo que nos sacaría de la ciudad con dos franceses que se iban al aeropuerto, para ellos se había terminado la aventura por Nicaragua.
¿Nos fuimos?
Arrancamos y no habrían pasado 5 minutos cuando llegamos al primer tranque. Allí frenamos y el conductor, muy nervioso nos dice: «Digan que están enfermos y que los llevo al hospital».

De golpe palidecimos todos, nos miramos incrédulos y ya estábamos rodeados de encapuchados armados con morteros caseros que nos gritaban cosas. Una mano de los manifestantes se asoma y el chofer le da dinero. Otro empieza a gritarnos que abramos la ventanilla, donde estaba la francesa que no entendía nada y no reaccionaba. Me estiro para abrir la ventanilla y uno se asoma, nos mira y nos pregunta qué hacíamos y a dónde íbamos. El conductor con la voz temblorosa le dice que somos extranjeros y que nos lleva al aeropuerto a lo que el manifestante y líder del tumulto le grita a sus compañeros que nos dejen pasar, que los extranjeros no tenemos la culpa a los que los otros repitan la consigna: «que pasen, los extranjeros no tienen la culpa» y después de unos eternos segundos nos dejan pasar.

Avanzamos en silencio y para romper el hielo digo: «Aquí hay más tensión que cagando sin pestillo/trabita»… No terminé de decir la frase que nos habían vuelto a parar.
El viaje más angustioso de nuestras vidas
Para no aburrirlos con detalles solo diré que para salir de allí tuvimos que pasar por al menos 5 tranques más, dos de los cuales tuvo que pagar el chofer para que nos dejen avanzar. En uno de ellos nos rodean los encapuchados y nos gritan que abramos el vehículo. Al lado de la puerta que abrieron estaban nuestras mochilas donde llevamos la cámara, el pc y otras cosas del estilo. Yo las miré de reojo y las di por perdidas. Nos preguntábamos que hacíamos y querían saber que llevábamos. Nosotros repetíamos lo que antes nos había ayudado a seguir: «Somos extranjeros y nos vamos al aeropuero» a lo que nos respondió: «No llevarán nada raro, no?» Mientras miraba el interior del vehículo. «Nada raro, nada raro» respondíamos casi suplicando. Cerraron la puerta y nos dejaron ir con todo lo que llevábamos.
Última prueba
Mientras avanzábamos en silencio y descompuestos por el estrés llaman por teléfono a nuestro conductor para avisarle que es imposible ir a León, que está todo en llamas y que no dejan pasar a nadie. No nos quedaba otra que ir a Managua. El conductor, lacónico, nos informa que nos dejará en la capital, y que tomará una vía alternativa para evitar los tranques, pues también nos habían dicho que no podríamos entrar a la ciudad.

Entramos a un camino de tierra, en muy malas condiciones. Traté de darle charla al chofer pero éste apenas respondía monosílabos, si es que lo hacía. Pasamos por un poblado donde todos miraban nuestro llamativo vehículo y donde el mal estado del camino hacía que tuviéramos que frenarnos cada dos por tres. Así estuvimos unos 20 minutos por caminos que en situaciones normales, todos evitarían.

Conseguimos salir de ahí y el chofer se rompió. Se tapó la cara y empezó a llorar. Me acerqué a él para ver qué pasaba y noté que había tenido un ataque de pánico. Le pregunté si era por el miedo, entre lágrimas asintió con la cabeza y exhalaba el aire contenido por el estrés. Vi que tenía una pequeña biblia evangelista y lo traté de consolar con temas bíblicos y se fue calmando.
Llegamos a Managua
El chofer nos dejó en un hostel frente a la estación donde tomaríamos el bus a las 4am para evitar los traques. Se despidió de nosotros y mirándome con ojos vidriosos me dijo: «Perdón, lo siento mucho» le di un abrazo y le dije que se había comportado como un héroe.
Pasamos la noche en el peor hospedaje de nuestras vidas. Nos tocó un viejo loco mala onda, pero después de lo vivido, eso no era nada. A la mañana siguiente nos subimos al Bus que nos sacaría del país, y más allá de la espera en los tranques, pasamos sin sobresaltos.
Más tarde hablaríamos con una amiga que se había quedado en Granada un día más y nos contó que el día que nos fuimos mataron gente en la ciudad y habían quemado la alcaldía, que ella vivió una experiencia como la nuestra pero viendo como prendían fuego el mercado… Con el fuego en los talones.
Conclusión
Este artículo no tiene conclusión, es simplemente el relato de uno de los momentos de mayor tensión en nuestros viajes. Lamentablemente Nicaragua está pasa uno de los peores momentos de sus últimas décadas y nosotros solo podemos desear que la situación mejore para todos.
Más allá de lo vivido tenemos clarísimo que Nicaragua es un país hermoso con un pueblo muy amable con el turista y que vamos a volver, tarde o temprano, vamos a volver.

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wow!!! que heavy chicos!!! de esas aventuras son las que quedan para siempre!!! Yo pensaba, estos pibes si que son mandados a hacer, a todos los bolonquis se van a meter!!! Me encantó el relato!!! y me encanto la frase de Juan sobre la tensión. Un abrazo gigante!!! se los quiere!!!
jajajajaja Familiaaaaa que se los extraña a pesar de que somos unos colgados, una más que orto… Sí, fue toda una experiencia, ojalá se haya calmado. La verdad no pensábamos que íbamos a vivir eso, pero buee… Un abrazo a los 3!!!! LAs frases esas de Juan… son tan expresivas 😛